lunes, 28 de julio de 2008

Quincalla y Folclore

Hay que ver en que mundo vivimos, ahora resulta que los únicos que roban en este país son los extranjeros, amén de los gitanos, que si bien es cierto esa frase tan socorrida por ellos utilizada de "nosotros también semos españoles", no es menos cierto que eso no se lo cree ni Dios. Y ahí quiero llegar, a Dios, sí sí, no adios, si no a Dios, al Dios que lo ha traído ha este mundo, y me refiero al pesado que he tenido de aguantar en el bar, cuando esta tarde sofocado por el calor que hizo en La Rioja, se me ocurrió ir a tomar una coca-cola, eso sí "zero" por eso de mantener la línea.
Pues volviendo al hilo de la cuestión, estaba yo allí en la barra del local, con pose estilizada, mirada perdida y gesto pensativo, cuando el pesado de turno; ese que siempre hay en todos los bares; comenzó a abrumar con una verborrea incesante a la pobre camarera, que con aire sacrificado escuchaba al vociferador empedernido y de vez en cuando, entre afirmación y afirmación del elemento, dejaba caer un si, un ajá, un bueno.
Los minutos fueron transcurriendo entre si la culpa era de los políticos, si no había respeto, que si entran por una puerta y salen por la otra, afirmaciones que salidas de los labios de otra persona incluso podrían tener acogida entre el respetable que abarrotaba en ese momento el bareto, pero de buenas a primeras, el "vociferador empedernido" cambió su discurso y soltó un "toda la culpa es de los extranjeros que sólo vienen a España a robar y de los gitanos" y para rematar la faena y salir por la puerta grande soltó "y que conste que no soy racista" que tengo muchos amigos "moros", ...... sí señor con dos cojones. ¡Viva España y la libertad de expresión!... y pensar que nos quieren quitar a nuestro patrono Santiago por eso de "matamoros" y el elemento éste con total impunidad, y digo más, regodeándose en sus afirmaciones toma una actitud de poder y seguridad inusitada desde la barra, ladeándose hacia el tendido, los cuales atónitos le miraban.
En aquel momento, se hizo un silencio infinito en el bar, casi sepulcral, y apesar de que sé que a mi suegra no le gusta nada, no se si para mis adentros o para mis afueras, en mí interior de forma voluptuosa se gestó una frase.... "LA MADRE QUE TE PARIÓ" que resonó con fuerza en mi cabeza y a continuación para quitar un poco de hierro al asunto, por aquello del arrepentimiento del pecador, se gestó la segunda de las expresiones, que no por castiza y muy usada, tiene menos fuerza, "CABRÓN", que ésta, no sólo resonó con fuerza en mi cabeza si no también en los oídos de alguno de los allí presentes.
Lo peor de todo no fue eso, si no la cara de "obnubilación perenne" que tenía la camarera del bar, no sé muy bien por qué, aunque tal vez sea porque ella es extranjera, argentina para más señas, pero bueno, seguro que el "gilipollas" del elemento, se creyó que era española pero con acento raro, sin embargo, de repente, como si de una discoteca ambulante se tratase, con una canción de fondo de "Camela" esa que dice "cuando zarpa el amor" y por encima una voz tosca, de fumador y bebedor empedernido, que no paraba de repetir "el chatarrero, se recogen chatarra y malacartones" "todo gratis" " el chatarrero", todo ello en una "fragoneta" tuneada al estilo del "Equipo A", con alerón trasero y llantas de aleación. Acongojante, viva la quincalla y el folclore español.
En ese preciso momento recibo una llamada al móvil que gracias a Dios, no tiene el politono del himno de España.... pidiéndome que me desplazase a la oficina de forma urgente, por esta causa solicito la cuenta para pagar mi coca-cola y también la coca-cola del pobre hombre que estaba a mi lado y en cuyos oídos resonó el cariñoso adjetivo que le dirigí al "vociferador imbécil", momento éste, cuando la Argentina me espetó un ....trez con ochenta..., ¿cómo? ¿tres con ochenta?, 600 de las antiguas pesetas por dos coca-colas, además bajas en calorías, que ladrona, la madre que la ...., -pensé para mis adentros- a continuación con meridiana resignación pagé lo adeudado y me dirigía a la puerta, cuando el indivíduo al que había invitado suelta un ¡no, si va a tener razón el baboso éste, sólo vienen a este país a robarnos!.
¡Hay que ver en que mundo vivimos!
Apertiñas.